
Argos es también el nombre del perro cuyo dueño era Odiseo en La Odisea. Cuando Odiseo volvió de sus viajes llevando el disfraz de mendigo que Atenea le había puesto, sólo su viejo perro Argos le reconoció. Argos, que ya estaba moribundo, hizo un último esfuerzo y le meneó la cola, muriendo a continuación.